En Roma, del 29 de abril al 2 de mayo, se ha celebrado el “Encuentro Internacional de Párrocos”, el cual reflexionó sobre el tema “Cómo ser Iglesia local sinodal en misión”. El Papa aprovechó la ocasión para escribir una carta dirigida a los párrocos del mundo.
En ella, se dirige a los párrocos llamándonos hermanos con todo su afecto, ofreciendo en primer lugar su oración por todos los párrocos del mundo para luego expresar su agradecimiento por el generoso trabajo que realizamos cada día, sembrando el Evangelio.
Es consciente de la variedad de las parroquias en las que estamos, en contextos muy diferentes, y que como los párrocos conocemos bien nuestras parroquias, con sus fatigas y alegrías, sus necesidades y riquezas. Por eso, el Papa nos dice:
“Que una Iglesia sinodal necesita a sus párrocos; sin ellos nunca podremos aprender a caminar juntos, nunca podremos recorrer ese camino de la sinodalidad que «es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio».
Dice que nunca llegaremos a ser Iglesia sinodal misionera si las comunidades parroquiales no hacen de la participación de todos los bautizados en la única misión de anunciar el Evangelio el rasgo característico de sus vidas. Si las parroquias no son sinodales y misioneras, tampoco lo será la Iglesia.
“Es necesario que las comunidades parroquiales sean cada vez más lugares desde los cuales los bautizados parten como discípulos misioneros y adonde regresan, llenos de alegría, para compartir las maravillas obradas por el Señor a través de su testimonio (cf. Lc 10,17)”.
Como párrocos, estamos llamados a acompañar este itinerario a las comunidades que servimos y, al mismo tiempo, a comprometernos con la oración, el discernimiento y el celo apostólico para que nuestro ministerio se adecúe a las exigencias de una Iglesia sinodal misionera. Este desafío concierne a todos: al Papa, a los obispos y a la Curia Romana, y también a ustedes, párrocos.
Por tanto, el Papa nos exhorta a acoger la llamada del Señor para ser constructores de una Iglesia sinodal misionera y a comprometernos con entusiasmo en este camino, y para este fin nos ofrece tres recomendaciones:
- Vivir nuestro carisma ministerial específico al servicio de los dones diseminados por el Espíritu en el Pueblo de Dios. Urge descubrir, animar y valorar «con el sentido de la fe los multiformes carismas de los seglares, tanto los humildes como los más elevados», que son indispensables para poder evangelizar las realidades humanas. Esto nos ayudará a descubrir que no estamos solos, que hay otros hombres y mujeres, con muchas potencialidades, que nos acompañarán en la tarea de evangelizar.
- Aprender y practicar el arte del discernimiento comunitario, valiéndonos para esto del método de la “conversación en el Espíritu”, que tanto ha ayudado en el itinerario sinodal y en el desarrollo de la misma Asamblea. El Papa está seguro de que con esto podremos recoger numerosos frutos, no solo en las estructuras de comunión, como el Consejo Pastoral Parroquial, sino también en muchos otros campos. El discernimiento es un elemento clave de la acción pastoral de una Iglesia sinodal.
- El intercambio y la fraternidad entre ustedes y con sus obispos. No podemos ser auténticos padres si no somos, ante todo, hijos y hermanos. Y no seremos capaces de suscitar comunión y participación en las comunidades que nos son confiadas si no las vivimos en primer lugar entre nosotros. Solo así somos creíbles y nuestra acción no desbarata lo que otros ya han construido.
Finalmente, invita a todos los que han participado en el Encuentro Internacional a que, cuando regresen a sus casas, sean misioneros de sinodalidad, animando la reflexión sobre la renovación del ministerio del párroco en clave sinodal y misionera. El objetivo de este Encuentro Internacional era escuchar a los párrocos, por eso dice el Papa, esto no puede terminar hoy; necesitamos seguir escuchándolos.
Como párrocos trinitarios, queremos estar abiertos a lo que el Papa nos pide, por eso nuestra identidad trinitaria la tenemos que vivir en clave sinodal. Como trinitarios, somos también misioneros de sinodalidad, viviendo nuestro ser párrocos desde nuestro carisma, sabiendo discernir lo que el Espíritu nos pide hoy como párrocos trinitarios, y en comunión con nuestros obispos e Iglesia local. Desde ahí, tenemos que ser misioneros de sinodalidad, en misión compartida.
Concluyó con la despedida del Papa Francisco: “Los bendigo a todos de corazón y a su vez necesito sentir la cercanía y el apoyo de sus oraciones”.
Fr. Daniel García Camino, osst