A lo largo de la historia, y desde los mismos comienzos de la Orden, en las Casas de la Santísima Trinidad los fieles laicos se han unido a los religiosos para compartir la misión redentora y misericordiosa. Se llamaron "Cofradías de la Santísima Trinidad" y siempre han sido consideradas una parte importante de la Familia Trinitaria y del Patromonio de la Orden.
Tras las desamortizaciones y exclaustraciones del siglo XIX, muchas de esas cofradías trinitarias permanecieron en las iglesias y casas trinitarias como fieles custodios de la presencia trinitaria. Algunas de ellas, la mayoría, se convirtieron en hermandades de penitencia, en torno a alguna de las devociones tradicionales de la Orden o de la Casa, y así han perdurado hasta nuestros días.