8 de octubre
FIESTA DE LA VIRGEN DEL REMEDIO
En todas las iglesias de la Orden de la Santísima Trinidad el 8 de octubre se celebra la solemnidad de la Nuestra Señora del Remedio, patrona de la Orden, con categoría litúrgica de solemnidad.
La Orden Trinitaria quiere recordar con esta fiesta la presencia de María en toda su historia, presencia como Madre y a la que contempla como portadora de Remedio para todos los cautivos aprisionados en su libertad.
La idea de S. Juan de Mata al fundar la Orden era ofrecer una redención a aquellos que vivían en cautividad. Para Juan, toda su tarea será volcarse para ofrecer una salvación para ellos y ésta será su idea al fundar la nueva Institución que puso bajo el nombre de la Santísima Trinidad.
Y junto con la Santísima Trinidad como inspirador de la redención aparece ya desde los primeros momentos, como dicen los historiadores, María, la Madre del Redentor. Y el título que se le va dando a la Virgen, desde los primeros momentos según algunos historiadores y más tarde según otros, es el del “Remedio” o “Buen Remedio”. María, como remedio, como medicina y curación para aquellos que estaban enfermos en su libertad.
María que había estado junto a la cruz de Jesús como partícipe de su sufrimiento redentor, ofreciendo con Jesús todo su dolor para la salvación de sus hermanos los hombres, es designada como madre de esos hombres cuando Jesús dice a Juan “ahí tienes a tu madre”. Desde ese momento María es la Madre que vela por los hombres aprisionados por las cadenas de la cautividad, la Madre que lucha por la redención, por la liberación de esos cautivos. Es en esta idea donde se apoyan los trinitarios para considerar a María como la madre de ellos mismos y de todos aquellos cautivos por quienes entregaban su vida y cuya liberación buscaban. Y así se suele representar a la Virgen entregando una bolsa de dinero a un trinitario para que pueda rescatar a los cautivos, queriendo simbolizar la presencia de María en la tarea redentora como animadora y protectora, ofreciendo su remedio salvador. La Orden recurría a ella constantemente pidiendo su ayuda en las redenciones, tareas en las que se dejaba el dinero para conseguir la liberación de los cautivos, pero en las que se dejaba sobre todo el amor y la entrega y también frecuentemente se dejaba la propia libertad y la vida.
Un trinitario escribía estas interesantes palabras: “María nunca estuvo ausente de la misión misericordiosa y redentora del trinitario. Le interesan todos los hombres, es verdad. Pero sus predilectos, lo mismo que para Jesús, son los pobres, los oprimidos. Como un día en Caná, está pendiente de nuestras necesidades y problemas”. Con estas palabras nos quería apuntar este hermano la gran cercanía que María tiene de los que están cautivos del dolor, del abandono, de la soledad: de las tantas cautividades que existen entre los hombres. La fiesta de hoy nos debe de llevar a todos a saber mirar a María como remedio para nuestros males, nuestras cautividades, nuestros miedos, seamos trinitarios o no lo seamos.
Que nuestra oración sea pedir a través de ella a Jesús la redención para los hombres, redención para los oprimidos de la cautividad, para los que sufren, para tantos pueblos que están oprimidos en su libertad y de derechos humanos. Ella hoy como siempre llora con el hombre que no llega a ver y obtener la verdadera libertad y felicidad.
Los trinitarios os invitamos a sentiros hijos de la Madre del Remedio y a depositar en ella vuestra confianza, a saber recurrir a ella en momentos de dificultad como un niño recurre a su madre.
Y os invitamos a celebrar con gozo la grandeza de un Dios que nos ha dado como madre y remedio a María, su propia Madre.