Las Cofradías y Hermandades y la Religiosidad Popular
La Religiosidad Popular (RP) ha sido objeto de duras críticas y a su vez ha sido muy bien valorada. ¿Qué reacciones provoca siempre este tema? ¿Por qué una parte de nuestra Iglesia la valora bien y otros ven ella una forma de rebajar las exigencias de lo que implica ser cristiano? ¿Por qué queremos que se reflexione sobre la labor socio-caritativa en las Cofradías y Hermandades? ¿Quizás esté la sospecha que la religiosidad que se vive en las Cofradías y Hermandades esté concentrada solamente en dar culto a las imágenes, sacarlas a las calles durante la Semana Santa u otros momentos puntuales del año y el compromiso caritativo-social no existe en las Cofradías?
Esta sospecha se ha dado también en el ámbito teológico y pastoral. En los manuales de Eclesiología se trataba de una manifestación marginal. En el ámbito español y de A. Latina se consideraba como un modo de evadir a la gente de la lucha por la liberación y el deseo de construir un mundo más justo. Como si la labor socio-caritativa no tuviera un papel relevante.
Sin embargo, para muchos, entre ellos el papa Francisco no la sitúan solamente en la acción pastoral de la Iglesia, en la liturgia, sino que la han descrito como el resultado del encuentro o el diálogo entre la fe cristiana y la cultura del pueblo.
La RP representa las manifestaciones y vivencias religiosas muy arraigadas en el pueblo sencillo, que se consideraban secundarias o marginales desde una comprensión teológicamente fundada de la fe cristiana. Esta piedad se contraponía, en cierto modo a la liturgia, en la que la Iglesia celebra los misterios centrales de la fe. En los estudios de antropología cultural, se suele utilizar la expresión “religión popular” para designar una forma de vivir la religión, como un tanto diferente y a veces contrapuesta a la que proponía la “religión oficial”.
¿Por qué la RP es diferente a la que propone “la religión oficial?
El Papa Francisco en su exhortación programática Evangelii Gaudium (EG) afirma: “Para entender esta realidad hace falta acercarse a ella con la mirada del Buen Pastor, que no busca juzgar sino amar. Sólo desde la connaturalidad afectiva que da el amor podemos apreciar la vida teologal presente en la piedad de los pueblos cristianos, especialmente en sus pobres” (EG 125).
De aquí se entiende la definición que hizo el Cardenal Eduardo Pironio de la RP en el sínodo de los obispos en 1974:
“La RP es la manera en que el cristianismo se encarna en las diversas culturas y estados étnicos, y es vivida y se manifiesta en el pueblo”.
Por eso, sostengo que las actitudes y posturas ante la RP en todos los lugares no puede ser más que estas: escuchar y acoger, discernir y purificar, acompañar y compartir.
La RP es la manifestación religiosa que más ha resistido al secularismo actual. Bien orientada se da en ella una verdadera experiencia mística, una verdadera experiencia de Dios. Así lo expresaba el Papa Pablo VI en su exhortación Evangelii nuntiandi (EN): “Esta expuesta frecuentemente a muchas deformaciones de la religión, es decir a supersticiones. Se queda frecuentemente a un nivel de manifestaciones culturales sin llegar a una verdadera adhesión de fe. Puede conducir a la formación de sectas y poner en peligro la verdadera comunidad eclesial.
Sin embargo, bien orientada hace capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo y puede ser un encuentro con Dios en Jesucristo” (EN 48).
Hacia Cofradías y Hermandades más samaritanas
El Concilio Vaticano II en la constitución Gaudium et Spes afirma que Cristo revela al hombre su propio misterio y quien se acerca a Jesús se hace más hombre (cfr. GS 22). Para Jesús a la luz de la parábola del Buen Samaritano (cfr. Lc 10, 25-37)), una persona cabal es el homo verus, es decir el que obra según el principio- misericordia (Jon Sobrino). Si el espíritu de la Ilustración se caracterizó por la salida del hombre de su estado infantil, con el lema: “atrévete a pensar y a saber” (Kant). Desde el mensaje de Jesús, el cristiano debe proponer a nuestra sociedad postmoderna el siguiente imperativo: “atrévete a compadecerte del hermano excluido y descartado”. Esta sociedad, las cofradías y hermandades deben dar el salto de una razón instrumental a una razón compasiva.
Una Iglesia verdadera, unas verdaderas Hermandades y Cofradías son las que asumen y practican según el principio misericordia, el principio compasión. Este principio exige cuestionarse las estructuras que mantienen en extrema pobreza a muchos hermanos nuestros.
El principio misericordia le puede costar persecuciones al cristiano y a la Iglesia, también ataques y amenazas. El principio misericordia deberá configurar la vida, misión y destino de la Iglesia entera, también la vida de los miembros de las Cofradías y Hermandades.
A partir de aquí debemos preguntarnos también desde dónde pensar la misión. Evidentemente, no tanto desde la Iglesia misma, sino desde el otro, al que busco de forma dinámica, desde el despojado (cfr Lc 10, 30).
Algunas reflexiones prácticas
La Iglesia, si es fiel a Jesús ha de estar allí donde se produce sufrimiento, allí donde están las víctimas, los empobrecidos, las mujeres maltratadas por sus compañeros, los extranjeros sin papales. Ha de estar junto a los heridos de la vida.
“Evangelizadores con Espíritu quiere decir evangelizadores que oran y trabajan. Desde el punto de vista de la evangelización, no sirven las propuestas místicas sin un fuerte compromiso social y misionero, ni los discursos y praxis sociales o pastorales sin una espiritualidad que transforme el corazón. La Iglesia necesita el pulmón de la oración. Al mismo tiempo, se debe rechazar la tentación de una espiritualidad oculta e individualista, que poco tiene que ver con las exigencias de la caridad y con la lógica de la Encarnación” (EG 262).
La religiosidad y la fe de los sencillos, la religiosidad popular es algo que la teología y la praxis pastoral no deben despreciar. Lo decía así en un artículo el Papa Benedicto XVI:
“Proteger la fe de los sencillos, es decir, de los que no escriben libros, ni hablan en la televisión, ni escriben editoriales en los periódicos: esa es la tarea democrática del magisterio de la Iglesia”.
Pero tampoco no queremos que la religión, nuestra fe se convierta en algo alienante. Creemos que la “Religiosidad Popular” hay que orientarla desde la espiritualidad del seguimiento radical de Jesús.
La Nueva Evangelización reclama escuchar y acoger, discernir y purificar, acompañar y compartir la RP, pero orientándola hacia Cristo y el Reinocentrismo.
No podemos hablar de las Cofradías y Hermandades sin la presencia de los muchos jóvenes, mujeres y hombres, que forman parte de ellas. Muchas de nuestras parroquias hay jóvenes gracias a las Cofradías. El sínodo que la Iglesia celebró en el 2018 estuvo centrado en los Jóvenes. Fe, y discernimiento vocacional. Lo que esperaba el papa Francisco de ese sínodo era que los jóvenes fueran los protagonistas del Sínodo y de la Iglesia. No olvidemos que caminando con los jóvenes se edifica la comunidad cristiana entera.
Pero el papa Francisco pide a los jóvenes protagonismo en la acción. Por eso en la exhortación Christus vivit (CV) pide a los jóvenes que tomen en serio la profecía de Joel 3, 1: “Vuestros ancianos tendrán sueños, vuestros jóvenes tendrán visiones”. Sin embargo, esta sociedad rechaza a los jóvenes al igual que rechaza a los mayores. “Para que nuestros jóvenes tengan visiones, sean ellos mismos soñadores y puedan afrontar con audacia y valentía los tiempos futuros, hace falta que escuchen los sueños proféticos de sus antepasados. Viejos soñadores y jóvenes profetas son el camino de salvación de nuestra sociedad desarraigada: dos generaciones de rechazados nos pueden salvar a todos” (ver CV 196 y su libro, Dios es joven).
A su vez desea que los jóvenes “no observen la vida desde el balcón. No se puede confundir la felicidad con un diván ni vivan toda la vida detrás de una pantalla. Que no sean autos estacionados, no se conviertan en el triste espectáculo de un vehículo abandonado. Es mejor arriesgarse, aunque nos equivoquemos. Que no sobrevivan con el alma anestesiada ni miren el mundo como si fueran turistas. ¡Hagan lío! No se conviertan en jóvenes momificados.
Juan Pablo García Maestro, osst
Universidad Pontificia de Salamanca
Instituto Superior de Pastoral (UPSA- Madrid)