Experiencia de liberación en la cárcel de Lima, Ancón II
Desde Lima me uno al dolor y pena de mi amigo y hermano comunicador, Isidro que ha marchado a la Casa del Padre. Que los sueños y desvelos de Isidro por comunicar la verdad, la justicia, los derechos humanos y nuestro carisma trinitario liberador, nos lleve a tomar consciencia que la Comunicación en la Orden no es un “hobby” de cuatro aficcionados sino un trabajo igual que el que se realiza en una parroquia, colegio, cárcel u otra obra.
Como capellán del Penal Ancón II de Lima en Perú, informo que el pasado jueves día 17 en el marco del mes de Octubre, mes del Señor de los Milagros en Perú, desde el Penal Anón II, más doscientas mujeres peruanas y extranjeras se unieron a la fe y devoción del pueblo peruano celebrando la misa en honor al Señor de los Milagros. La Eucaristía fue animada por los agentes pastorales y laicado trinitario. Con lágrimas en sus ojos las mismas internas rogaron al Señor de los Milagros por sus hijos, esposos y por su pronta libertad. Seguidamente se llevó a cabo la procesión por el patio y por los tres pabellones en donde las mismas mujeres le hicieron un homenaje y todas con fe y devoción iban cantado en la procesión y gritando con alma y vida: ¡Viva el Señor de los Milagros!
Confieso que contemplar a estas mujeres que días antes había confesado escuchando sus tragedias, dolores y sufrimientos, me llevaba ahora en la misa y en la procesión a levantar mi mirada entre esos cortantes cercos de acero con ellas a Jesús. Era para mí un momento muy emotivo el ver al Cristo crucificado del Señor de los Milagros pintado hace 400 años aquí en Lima por un esclavo negro angoleño. Algo que como trinitario me interpelaba y pensaba en esos 15 millones de esclavos negros traídos a la fuerza de África a América…Y durante 400 años ni la sociedad ni la Iglesia se dieron cuenta que eran hombres con dignidad y los trataron como esclavos y animales. ¿Dónde estábamos entonces los Trinitarios liberadores a los largo de esos 400 años de esclavitud de los negros? ¿Por qué nuestros santos y doctores trinitarios no hablaron de esa esclavitud y dolor del negro?
Y con mi mirada puesta en Irene la valenciana que se equivocó al aceptar el paquete de droga pero ya está arrepentida, y en Toni, la boliviana y en Ester la peruana, y en la otra italiana o filipina, brasileña, de Senegal…, me preguntaba: “Hoy ¿dónde estamos los trinitarios liberadores ante estas crudas situaciones de esclavitud que contemplo?
Ángel García Rodríguez
Capellán del Penal Ancón II