El Día Internacional del Niño es una ocasión privilegiada para reflexionar sobre la importancia de la infancia en la construcción de un mundo mejor y sobre la necesidad de proteger los derechos de los más jóvenes y garantizarles un entorno seguro y propicio para su desarrollo integral. Este día, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, coincide de manera significativa con el carisma trinitario.
Desde su origen, la Orden Trinitaria se destaca por su compromiso con la redención de los cautivos, una labor que tiene similitudes sorprendentes con la protección de los derechos y el bienestar de los niños. Al explorar la conexión entre el Día Internacional del Niño y el carisma trinitario, emergen paralelos que resaltan el papel crucial de ambos en la construcción de un mundo más justo y compasivo.
En este contexto, la Orden Trinitaria nos ofrece una perspectiva única que busca contagiar la identidad trinitaria desde lo más profundo de nuestra cotidianidad.
Liberar desde nuestro interior.
La verdadera transformación comienza en el corazón de cada individuo. Liberar la identidad trinitaria desde nuestro interior implica reconocer la presencia de la Santísima Trinidad en nuestras vidas y permitir que esa presencia influya en nuestras acciones diarias. Este acto de liberación se traduce en que los niños puedan descubrir y cultivar valores como el amor, la unidad y la solidaridad, fundamentales para la construcción de una sociedad más justa y compasiva.
Acompañar: haciendo misión de presencia.
Cuando Juan de Mata proponía a sus hermanos la redención de cautivos no sólo hacían un simple intercambio físico, no quiero imaginarme la presencia trinitaria en tierras de cautivos sin la escucha y el dialogo fraterno con los oprimidos. Juan propone el acompañamiento como una forma de misión de presencia. Esta implica estar presente en la vida de los niños, no solo físicamente, sino también emocional y espiritualmente. Acompañar significa ser testigos de sus alegrías y desafíos, brindándoles un espacio seguro donde puedan crecer y desarrollarse plenamente. En este proceso, se establece un lazo profundo que refleja la unidad trinitaria en la relación entre los seres humanos.
En un tiempo lleno de individualismo y de aislamiento, los educadores trinitarios debemos ofrecer en nuestros lugares de misión (parroquias, barrios, colegios, etc) un lugar de escucha, un lugar donde “saben que estamos ahí”, un lugar de encuentro, donde cabemos todos y donde no se prejuzga, sino que se acoge por ser hijos del mismo Padre. Y lo haremos con sencillez, con la humildad de lo que cada uno somos.
Provocar en los niños el discernimiento.
El discernimiento es una habilidad crucial que debe cultivarse desde la infancia. En el contexto trinitario, implica ayudar a los niños a distinguir entre lo que está bien y lo que dista de la obra de Dios, a comprender la importancia de las decisiones éticas y a desarrollar un sentido crítico ante la vida y la sociedad. Provocar el discernimiento es guiar a los niños hacia una comprensión profunda de su papel en la construcción de un mundo más justo y equitativo.
Liberar de la esclavitud cotidiana.
La identidad trinitaria se manifiesta también en la liberación de diversas formas de esclavitud. Esto incluye liberar a los niños de la esclavitud de las cosas materiales, del consumismo desmedido, de la ignorancia, de la falta de actitud crítica ante la vida y la sociedad, de la indiferencia, de la mediocridad y de la violencia. Este proceso de liberación es un compromiso constante que refleja la necesidad de vivir en armonía con los principios trinitarios.
La comunidad como reflejo de la Santísima Trinidad.
Al igual que la Santísima Trinidad actúa en comunión, la Orden Trinitaria nos recuerda que debemos actuar en comunidad. La liberación y la construcción de una identidad trinitaria no pueden realizarse de manera aislada. Necesitamos trabajar juntos (religiosos y laicos), apoyarnos mutuamente y construir una red sólida de relaciones que refleje la unidad y la diversidad presentes en la Trinidad.
Volver a los orígenes con el Evangelio según el carisma de San Juan de Mata.
La identidad trinitaria, según la Orden Trinitaria, encuentra sus raíces en el Evangelio, especialmente en el carisma de San Juan de Mata. Regresar a los orígenes implica vivir de acuerdo con los principios evangélicos, abrazando la compasión, la redención y la liberación de todo aquello que oprime. Ser trinitario, en este contexto, no es simplemente un título, sino una forma de vida arraigada en la enseñanza de Cristo.
En el Día Internacional del Niño, la reflexión sobre la identidad trinitaria nos lleva a un compromiso profundo con la liberación y el cuidado de los más pequeños y nos impulsa a construir un mundo donde la niñez florezca, liberada de toda forma de esclavitud, y donde la presencia trinitaria guíe nuestras acciones hacia la justicia y la compasión. No ver el trabajo con los menores y jóvenes como un campo privilegiado de misión trinitaria y por lo tanto de liberación, es marrar.
Juanjo de la Torre Bellido
Director Pedagógico ESO
Colegio Santísima Trinidad – Trinitarios (Córdoba)
Fundación Educativa Santísima Trinidad