SAN LUIS, REY DE FRANCIA
Por ÁNGEL GARCIA RODRÍGUEZ
Había nacido en Poissy el 25 de abril de 1214. Subió al trono de Francia a la edad de 12 años a causa de la inesperada muerte de su padre. Asumió las tareas de gobierno bajo la tutela de su madre Blanca de Castilla. De su matrimonio tuvo 11 hijos, a los que dio una excelente educación. Se distinguió por su espíritu de oración y penitencia y por su amor a los pobres y desamparados, a quienes sentaba muchas veces a su mesa. Se preocupó y trabajó por la paz entre las naciones y el bien temporal y espiritual de sus súbditos. Promovió y dirigió dos cruzadas para liberar el santo sepulcro.
Las relaciones de san Luis con la Orden de la Santísima Trinidad fueron constantes. Nombró a los Trinitarios capellanes de la Real Capilla del palacio de Fontenebleau en 1257. Les construyó un convento dentro del palacio y con su capellán trinitario solía rezar el oficio divino. Favoreció a la Orden con nuevas fundaciones en Francia. Los Trinitarios fueron también sus embajadores ante las Cortes de Castilla y Aragón. En la segunda cruzada, en Túnez, iba acompañado de su capellán trinitario, el cual le asistió a la hora de su muerte. Murió contagiado por la peste, cerca de Túnez en Cartago el año 1270. Como gesto de reconocimiento a tantos beneficios, la Orden y el Ministro General en 1256, le concedieron a San Luis, la afiliación a la Orden con la participación completa en todos los beneficios espirituales, para él y para sus familiares. Unos años más tarde, el 11 de agosto de 1327, era solemnemente canonizado por el papa Bonifacio VIII. Tradicionalmente se le considera patrono de la Orden Secular Trinitaria.
Evangelio:
Mt. 22, 34-40: “Amarás al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti
mismo”
Comentario
Jesús hace callar a un fariseo, especialista de la ley de Dios diciéndole: “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. El amor lo es todo. Lo que se nos pide en la vida es amar. Ahí está la clave. Podremos luego sacar toda clase de consecuencias y derivaciones, pero lo esencial es vivir ante Dios y ante los demás en una actitud de amor. Amar a Dios es encontrar nuestro propio bien. Quien ama a Dios y se siente amado por él con amor infinito, aprende a mirarse, estimarse y cuidarse con verdadero amor. San Luis, rey de Francia, supo darle en su vida un lugar a Dios y un lugar a los pobres. Como terciario trinitario buscó la Gloria de Dios en el amor al pobre y en la liberación de los cautivos.
Oración
Oh Dios, que has trasladado a san Luis, rey de Francia,
desde los afanes del gobierno temporal
al reino de tu Iglesia,
concédenos, por su intercesión,
buscar ante todo tu reino
en medio de nuestras ocupaciones temporales.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Palabra del Santo Reformador
Una Reforma que cure a los pobres y enfermos
“Todos los desamparan y olvidan. Hagamos una Religión a quien podamos dejar y dar nuestro oficio y que con caridad curen a los pobres y enfermos…Nuestros entretenimientos han de ser los que tiene el mismo Dios, que son con los hijos de los hombres. Así, mis hermanos, los hospitales que nuestra Regla dispone…han de ser nuestros entretenimientos con los pobres y con los menesterosos” (San Juan Bautista de la Concepción. Tomo VI, 52a. Roma 1830-1831).