SAN FELIX DE VALOIS
Cofundador de la Orden de la Santísima Trinidad
4 de noviembre
Por Ángel García Rodríguez
Félix de Valois es un anacoreta que a finales del siglo XII se encontraba en compañía de otros eremitas, en las cercanías de Ciervofrio, territorio de Meaux, en Francia. Cuando Juan de Mata, llegado a aquel lugar, manifestó a aquellos eremitas su intención de fundar una Orden para redimir cautivos, todos “ofrecieron sus personas y sus cosas a Dios y a la Orden”. Desde entonces Félix de Valois ha sido conocido en la tradición como colaborador principal de Juan de Mata y cofundador de la Orden de la Santísima Trinidad. Murió hacía el año 1212. El culto inmemorial de San Félix de Valois fue reconocido por el Papa Alejandro VII el 21 de octubre de 1666. Clemente X lo inscribió en el Martirologio Romano fijando su fecha para el 4 de noviembre.
Evangelio
Lc. 9, 57-62: “Te seguiré a donde vayas”
Comentario
Ante la llamada de Jesús sólo queda mirar hacia adelante, ya no hay lugar para echar la vista atrás, “el que pone la mano en el arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios”. La vida del discípulo de Jesús se describe en el Evangelio de hoy como seguimiento. Esto es sencillamente la vocación cristiana: seguimiento de Cristo por el camino desnudo de la cruz, sabiendo que al final de esta ruta de libertad se encuentra la resurrección y la vida con él.
Félix de Valois, escuchó en aquel desierto de Ciervofrio la voz de Jesús que le llamaba a seguirle más de cerca. Él necesitaba de los pies y manos de Félix para convertirle en discípulo de la libertad. Y Félix de Valois, entusiasmado con el proyecto liberador de Juan de Mata, lo dejó todo por Jesús y por la liberación de los cautivos.
Oración
Oh Dios,
que adornaste a nuestro Padre san Félix
con la caridad y la humildad;
concédenos caminar tras sus huellas
para que podamos amar en todo a los hermanos
y a ti sobre todas las cosas.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Palabra del Santo Reformador
Hacer la voluntad de Dios
“Mi deseo siempre ha sido hacer la voluntad de Dios y que su Majestad sea glorificada eternamente….Sólo deseo hacer tu voluntad y lo que sea más honra y gloria tuya”. (San Juan Bautista de la Concepción. Tomo VIII, 105b. Roma 1830-1831)