Es llamativo que las Constituciones de la Orden Trinitaria manden celebrar una fiesta, y que se celebre “solemnemente”. Se trata de una fiesta en honor de Cristo, con el título litúrgico del “Santísimo Redentor”, conocida popularmente como “de Jesús Nazareno”. La primera cosa que viene a la mente es la devoción de nuestra Orden a la imagen de Jesús Nazareno Rescatado, que representa al Señor en su Pasión. Esta imagen fue capturada por los moros en Mámora (plaza española en la costa atlántica de Marruecos) junto con los cristianos que allí vivían; los trinitarios rescataron a estos cautivos, y también la sagrada imagen de Jesús Nazareno, que suscitó pronto la devoción de los fieles, dentro y fuera de España, y que se convirtió en la devoción más característica de los trinitarios descalzos.
La contemplación de esta imagen de Jesús Nazareno Rescatado debe llevarnos a la meditación asidua del misterio de la Pasión de Cristo, como afirman las mismas Constituciones (artículo 51).
La otra imagen de Jesús que ha signado profundamente a la Orden Trinitaria es la que aparece en el centro del Mosaico que san Juan de Mata mandó poner sobre la entrada principal de su casa romana de Santo Tomás in Formis. Si el Cristo “Rescatado” muestra a Jesús en su Pasión, con las manos atadas por “un tosco y vil cordel” (como canta el popular himno), el Cristo del mosaico romano es el Redentor victorioso, que ha subido al cielo “llevando cautivos”: sus manos aquí son vigorosas y libres, y asen por las muñecas a dos cautivos, en actitud que san Juan de Mata entendió como el gesto de la Redención.
La fiesta del Santísimo Redentor nos recuerda a los trinitarios que el horizonte de nuestra vida es Cristo y que la gran tarea de nuestra vocación es conformarnos con él en el ejercicio de las obras de misericordia. La formación del trinitario debe orientarse hacia el objetivo de revestirnos de las entrañas de misericordia de Cristo. Él se ha mostrado a nuestros Padres, ha conformado a todos nuestros Santos; pidamos al Padre el don del Espíritu Santo, para que Cristo nos oriente y marque nuestro camino, para ser trinitarios y trinitarias según su Corazón.
Pedro Aliaga Asensio, osst
Ministro Provincial