El valor de ser familia desde un colegio trinitario
El valor de este curso: ser familia
El documento que define la identidad de los Colegios Trinitarios explica así el valor que nos corresponde trabajar y vivir en este curso 14-15: Somos una familia que, desde el carisma trinitario, crece superando dificultades, ayudando al más pequeño y al débil, respetando las diferencias e individualidades y viviendo la sencillez.
Para todos nosotros la familia es un valor importante, es verdad que muchas veces endulzamos demasiado todo lo que tiene que ver con ella, es lo que se llama “idealizar”, porque cuando miramos de cerca a cualquiera de nuestras familias nos damos cuenta que por debajo del cariño y de la defensa que de ellas hacemos hay muchas cosas que no nos gustan, enfrentamientos, falta de confianza, individualismos… Es precisamente en esos momentos cuando más caemos en la trampa de “idealizar” a la familia, es decir, ponerle como adornos unos valores e ideas que nos cuesta mucho ver en la realidad de cada día.
Algo parecido ocurre con nuestros colegios. Cuando se vive desde dentro nos damos cuenta de que seguramente no somos tan buenos y respetuosos como nuestros documentos dicen; que hay más competitividad que ayuda; que las diferencias e individualidades se están convirtiendo en acantilados que ya empiezan a darnos vértigo. Pero en eso consiste precisamente un valor, en ser un signo que desde lejos nos anima a seguir caminando. Si queremos superar dificultades tenemos que comenzar por reconocerlas sin ninguna vergüenza, eso también es ser familia.
Decimos en el Carácter Propio del centro que crecemos cuando superamos las dificultades, cuando ayudamos al más pequeño y débil, cuando respetamos las diferencias, cuando vivimos la sencillez: superar, ayudar, respetar. Tres verbos que este curso nos comprometen al esfuerzo, para reconocer al final que estamos un poco más arriba que cuando comenzábamos, tres verbos que nos obligan a salir de nosotros mismos, seguro que en muchas ocasiones realizando un pequeño esfuerzo para renunciar a lo que nos gustaría porque estamos pensando en hacer felices a los otros. Así es como vive una familia, así es como crece.
Sabemos que no todo lo hacemos bien, que todos los que formamos el colegio, todos, podríamos acerarnos a los otros con mucho más respeto y confianza, respetando lo que son, reconociendo sus valores personales y no sólo sus errores, levantándoles de sus caídas y no disfrutar con ellas. Ser familia no significa ocultar nuestras debilidades sino hacernos fuertes con ellas, y hacerlo juntos. Cada pequeño gesto que realicemos por nuestra familia escolar será un nuevo ladrillo para construir el colegio que queremos ser, y eso no quiere decir que tengamos colegios incompletos o imperfectos, sino que cada día, al comenzar las clases, volvemos a inaugurarlo, nacemos de nuevo, nos ayudamos a vivir.
Si estas ideas y valores pueden valer para cualquier colegio, se hacen más necesarias e interesantes cuando hablamos de un colegio trinitario. Porque nuestro carisma en la Iglesia y en el mundo es ser parte de la familia trinitaria de Dios, tenemos un espacio que llenar en esa familia, formada por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y el reto siempre será hacer que nuestros colegios y comunidades educativas sean familia como lo es Dios, porque ser trinitarios no es otra cosa que ser familia.
Pedro J Huerta
Responsable Pastoral de los Colegios Trinitarios