Los entendidos en materia de meditación y oración suelen admitir que la contemplación de una obra de arte es una de las formas que el ser humano tiene de ir hacia el encuentro con uno mismo, de descubrir las potencialidades creativas que poseemos.
El arte de crear, saber apreciar una obra artística y percibir de forma consciente fomentan los estados de interiorización que nos conducen hacía una mejor comprensión de nuestras necesidades y capacidades, hacia un mejor autoconocimiento consiguiendo además reducir sentimientos negativos tales como la ansiedad o el estrés tan presente en nuestra diaria cotidianeidad, otros beneficios recurrentes son también el aumento de la autoestima y el bienestar general.
Tuve oportunidad de experimentar lo anteriormente descrito ante la contemplación de una de las obras que en la Historia del Arte han marcado hitos decisivos, en la catedral de San Bavón, en Gante, “La adoración del Cordero Místico” de los hermanos Van Eyck, Hubert y Jan. La belleza impactante del políptico y el sublime virtuosismo de los hermanos dejan sin aliento.
Es sobrecogedor, en primer lugar, el silencio que reina ante la magistral obra aun cuando son muchas las personas que la contemplan, después, los minuciosos detalles de cada una las dieciocho tablas que lo componen manifestado en los vestidos, los suelos, las inscripciones, las joyas, la variedad de especies botánicas dibujadas son realmente espectaculares, y, por último, la riqueza teológica que alberga el conjunto haciendo un recorrido por la historia de la salvación desde Adán y Eva, los profetas, algunos símbolos paganos como las sibilas Cumana y Eritrea a quienes en la se les atribuyó anuncio de la natividad de Jesús, y algunos momentos de su Pasión, hasta llegar al Cordero Místico, Jesucristo y la Eucaristía.
La tradición cristiana nos ha enseñado y transmitido que el tiempo de cuaresma es un tiempo propicio para la oración, la limosna y el ayuno. No en vano nos lo sigue recordando Francisco en su mensaje de cuaresma de este mismo año 2024 afirmando que:
“… la oración, la limosna y el ayuno no son tres ejercicios independientes, sino un único movimiento de apertura, de vaciamiento: fuera los ídolos que nos agobian, fuera los apegos que nos aprisionan. Entonces el corazón atrofiado y aislado se despertará. Por tanto, desacelerar y detenerse. La dimensión contemplativa de la vida, que la Cuaresma nos hará redescubrir, movilizará nuevas energías. Delante de la presencia de Dios nos convertimos en hermanas y hermanos, percibimos a los demás con nueva intensidad; en lugar de amenazas y enemigos encontramos compañeras y compañeros de viaje.
Mi propuesta para esta cuaresma es acompañar la oración y meditación de este tiempo con obras de arte que nos ayuden a contemporaneizar la Palabra, y nos inviten a movilizarnos en pro de la construcción de un mundo cada vez menos amenazado de odios y rencores.
Destellos de creatividad, como tuvieron y tienen tantos artistas y creadores, necesitamos los cristianos de a pie para poner en valor el cuidado de la creación, para redefinir lo que entendemos por progreso y evolución, para dar visibilidad a quienes siguen siendo invisibles. Tomar decisiones arriesgadas sobre nuestro estilo de vida, incrementar el nivel de participación en nuestro trabajo, en la familia, en el barrio, en la cuidad, con decisiones de conversión creativa puede ser el punto de partida para emprender el viaje que nos lleve más allá del conformismo a buscar y arriesgar para dar respuesta a los enormes desafíos del momento.
Propongo para esta cuaresma la conjunción del Arte y la Palabra de Dios como trampolín para inspirar creatividad, descubrir nuevas formas de ver, reconectar con nuestros sentidos, y con nuestra fe adormecida, para caminar hacia la superación, hacia un más allá, hacia un horizonte lleno de sentido.
En cuaresma la oración y el deseo de conversión nos empuja a salir de los marcos conceptuales preconcebidos que tenemos sobre nosotros mismos y el mundo, y a experimentar la realidad de una manera directa a través de la fe, donde nuestros sentidos: el tacto, la vista, el movimiento, el oído se convierten en vehículos que nos van a llevar hacia el descubrimiento de una nueva realidad que implora un despegue sin el cual no podremos volar.
Toni Toral Olivares
Directora Primaria Colegio Virgen de la Cabeza
Fundación Educativa Santísima Trinidad