Cada 8 de febrero, la Iglesia Católica conmemora la Jornada Mundial de oración y reflexión contra la Trata de personas, una fecha marcada por el compromiso y la solidaridad en la lucha contra este flagelo que afecta a millones en todo el mundo. Este año, bajo el lema «Caminando por la dignidad: Escuchar, soñar, actuar», animan con este día a orar y reflexionar sobre la trata de personas y, sobre todo, a plantearnos cómo actuar, qué compromiso adquirir, cómo ser parte activa y agentes de transformación
La elección de esta fecha no es aleatoria; coincide con la memoria litúrgica de Santa Josefina Bakhita, una mujer que experimentó en carne propia los horrores de la esclavitud y cuya vida se convirtió en un testimonio de resiliencia, fe y esperanza. La historia de Bakhita nos recuerda la urgencia de actuar contra la trata de personas, una realidad que persiste en el mundo contemporáneo y que clama por justicia y dignidad para sus víctimas.
El Papa Francisco, en esta jornada, insta a los líderes gubernamentales a tomar medidas concretas para abordar las causas profundas de este problema y a toda la sociedad a ser voz de aquellos que son humillados en su dignidad. Nos invita a trabajar juntos para erradicar esta plaga que afecta a tantos seres humanos vulnerables.
La Jornada Mundial de Oración contra la Trata de Personas es más que un día en el calendario; es un recordatorio de nuestra responsabilidad como sociedad para proteger y defender la libertad y la dignidad de cada persona, especialmente de aquellos que son más vulnerables y explotados. Es una llamada a la solidaridad, al cuidado mutuo y a la acción conjunta en la búsqueda de un mundo más justo y humano.