Encuentro de jóvenes españoles de la Familia Trinitaria en Cerfroid en agosto de 2014
Después de casi dos años de preparativos, el pasado mes de agosto se cumplió la peregrinación de jóvenes españoles de la Familia Trinitaria a Cerfroid. Han sido 140 los jóvenes de las Hermanas Trinitarias de Madrid, las Religiosas Trinitarias de Valence, las Trinitarias de Mallorca, los Trinitarios de la Provincia de la Inmaculada y los Trinitarios de la Provincia del Espíritu Santo, que durante diez días han conocido Cerfroid, origen de la Orden Trinitaria.
Cerfroid es un lugar especial, junto a su fuente hace más de ochocientos años que se conocieron Juan de Mata y Félix de Valois y decidieron llevar a la práctica todo lo que sentían en su corazón. Es así como aquel lugar, un poco apartado de casi todo, también ahora, se convirtió en la primera Casa de la Orden de la Santísima Trinidad y de los Cautivos, y hasta que fue destruida como consecuencia de la Revolución Francesa, ha sido lugar de referencia para los trinitarios.
Durante los ocho días del encuentro, descontados los viajes, los jóvenes de nuestros grupos de fe han podido comprobar que Cerfroid es un espacio vivo, donde se respira el aire de Familia que ellos ya conocían, donde lo nuevo y lo viejo se encuentran, porque en eso hemos estado metidos siempre los trinitarios: dejando que los orígenes incomoden este presente que a veces nos instala demasiado, pero sin perder la vista de los dramas de esclavitud y cautividad que desangran a nuestro mundo.
Hemos alternado momentos de reflexión, de oración y de diversión, como solemos hacer en todos nuestros encuentros, porque es necesario que mantengamos cierta gimansia mental y emocional para seguir poniendo en práctica este carisma liberador que nos identifica.
Fuimos a conocer Reims (su catedral y abadía de San Remigio), oramos en el cementerio americano de la Primera Guerra Mundial (ahora que se cumple el centenario de la misma), visitamos la iglesia de Gandelu (donde se conserva el coro y algunos otros elementos de la antigua iglesia de Cerfroid), fuimos andando a la cruz de los ermitaños en el bosque de Cerfroid, visitamos en Paris algunos lugares emblemáticos para los trinitarios… Además pasamos un día en Disneyland y subimos a lo más alto de la Torre Eiffel.
Pero todo eso son meras anécdotas frente al espíritu que esos días se hizo presente en el encuentro: dormimos en tiendas de campaña y en un polideportivo, llovió todos los días, algunos intensamente, las duchas eran al aire libre y, por supuesto, de agua fría, las letrinas acabaron invitando a adentrarse en el bosque para…, pero en ningún momento esto supuso que dejáramos de vivir intensamente cada encuentro, cada celebración, cada reflexión, cada eucaristía, cada charla.
Gracias a todos los que han colaborado en la organización, en la cocina, en la logística, en la acogida y en hacer sencillas las cosas.
P Huerta