Queridos hermanos: recibid mi saludo lleno de cariño, con mis sinceros deseos de todo lo mejor para cada uno de los capitulares y para vuestras comunidades religiosas y los hermanos que las integran.
El capítulo es un Kairós en la vida de la Orden y de la Familia Trinitaria. Lo primero que deseo es que estéis abiertos y os dejéis tocar por el Espíritu; que Él vaya tocando vuestras resistencias, superando egos y protagonismos para que el capítulo sea realmente tiempo de Dios. El tiempo que la provincia necesita en estos momentos.
Deseo que experimentéis en estos días la unidad que sois. Que pongáis la mirada en lo que os une: Cristo, el evangelio, la vocación trinitaria. Os une también una regla, la maravillosa historia de la orden, la misión… Tantas cosas en las que habéis sido convocados. Deseo que viváis estos días desde el encuentro, escuchándoos unos a otros, dialogando para discernir los caminos de Dios y vislumbrar juntos cómo podéis ir haciendo realidad lo que vuestras comunidades os han pedido y necesitan hoy.
Para vuestras líneas programáticas deseo que no olvidéis que estas deben apoyarse en dos pilares esenciales: la vida interior y la comunidad. Mi experiencia es que no podemos ir a la misión sin una vida interior de calidad y sin la vivencia de la comunidad.
Algunos de los retos que me parecen importantes para la provincia:
- Volver al amor primero. Un capítulo siempre nos invita a volver al amor primero. En la vocación trinitaria el amor primero se reaviva en la eucaristía. Deseo que viváis consciente cada día el encuentro con el Señor y el sentido de vuestra vida al partir y repartir el pan.
- El cuidado de la vida común: construyendo comunidades sanas y sanadoras, donde cada hermano se sienta en casa y sienta a la comunidad su familia. Cuidar a cada hermano, y los espacios que nos convocan y hacen comunidad, dejando atrás los individualismos que tanto daño nos hacen. Que vuestras comunidades sean espacio de liberación, que ayuden a sanar heridas, a superar obstáculos, y sean comunidades facilitadoras, que suman y multiplican.
- Velar por la identidad trinitaria y el sentido de pertenencia, cuidar el encuentro para compartir sencillamente la vida, lo que sois y lo que queréis, para deciros lo que os pasa y regalaros los dones que el Señor quiere que pongáis en común.
Todo esto lo considero previo a los retos de la misión, de la renovación o puesta al día y de la restructuración que me imagino vais a tratar en el capítulo. Todo lo que el capítulo ha de proyectar hacia fuera, tiene que estar alimentado de ese amor primero y de la comunión, que se celebra en la eucaristía y se recrea en la comunidad. Como muy bien sabemos la propia experiencia la llevábamos a la misión.
Y para terminar una petición y un reto de familia:
No os olvidéis de la pastoral vocacional. Que el testimonio de vuestra vida sea propuesta vocacional. Y, además, creo que es importante planificar la pastoral para trabajar por una estructura que permita la propuesta, que posibilite procesos, continuidad, e itinerarios que faciliten a los jóvenes la pregunta por el sentido de su vida, escuchar la llamada y dar una respuesta libre.
Durante un tiempo trabajamos conjuntamente en este campo, fue una experiencia muy bonita y de importantes frutos, no solo para nosotros sino para los jóvenes que convocamos. El testimonio de Familia en la pastoral vocacional es un recurso con un potencial enorme. Qué bueno sería poder retomarlo.
Creo que habéis motivado siempre a ser y a sentirnos en familia, haciendo que las distintas ramas nos sintamos miembros activos de la Orden, convocando, uniendo, proponiendo. Me gustaría que en vuestro capitulo no os olvidéis de la Familia Trinitaria.
Estais presentes en mi oración.
Un abrazo de hermana.
Belén Berjillo
Superiora General Trinitarias de Madrid