Hoy conmemoramos el aniversario del fallecimiento de Félix Monasterio, un hombre cuya vida dejó una huella imborrable. Nacido el 2 de mayo de 1902 en Rigoitia, Félix de la Virgen dedicó su existencia a la fe y al servicio a los demás.
Ingresó en la Casa de la Trinidad de Algorta en 1915, iniciando así su camino como religioso trinitario. El 17 de enero de 1951, nos dejó en la misma casa que lo vio crecer espiritualmente. La comunidad lo recuerda cariñosamente como el «santito», un ser comprometido con la moral católica y la tradición trinitaria.
Fue declarado venerable por el papa Juan Pablo II el 26 de marzo de 1994, un reconocimiento a su vida de dedicación y servicio. Hoy, al conmemorar su partida, reflexionamos sobre el legado de Félix, sus enseñanzas sobre la caridad, la pobreza y la dedicación a los más necesitados. Su proceso de beatificación avanza, recordándonos la vigencia de su impacto espiritual.
Recordemos y celebremos la vida de Félix de la Virgen, un hombre cuyo ejemplo perdura y sigue inspirando. Que su legado continúe iluminando nuestros caminos.