RECONOCIMIENTO A LA PASTORAL PENITENCIARIA
POR EL MINISTERIO DEL INTERIOR EN LA FIESTA DE LA MERCED
El día 24 de septiembre, festividad de Ntra. Sra. de la Merced, Patrona de la Institución Penitenciaria, el ministerio del Interior entrega la Medalla de Plata al mérito Social al P. Pedro Fernández Alejo, trinitario, Delegado de Pastoral Penitenciaria y Capellán del Centro Penitenciario de Sevilla I.
La Secretaría General de II.PP. convocó a todos los galardonados en el salón de actos del Ministerio de Sanidad. El acto fue presidido por el Ministro del Interior D. Fernando Grande-Marlaska, el Secretario General de II.PP. D. Ángel Luis Ortiz, y otros miembros del Gobierno.
Casi todas las condecoraciones eran a título personal. Si bien deseo expresar de corazón que la otorgada a mi persona va más allá de lo meramente individual. En nuestro caso, el mérito no está solo en la persona, sino en un colectivo comunitario eclesial que encarnamos el genuino Espíritu de Jesús de Nazaret y de nuestra Iglesia misionera y evangelizadora en las prisiones desde la Pastoral Penitenciaria.
Somos pues una comunidad creyente, el colectivo de seguidores de Jesús que respondemos a la llamada de Cristo desde nuestros carismas y dones personales otorgados por el Espíritu de Jesús para ponerlos al servicio de los pobres, marginados, presos y cautivos de hoy.
Desde 1980 que inicié como trinitario mi andadura en la Pastoral Penitenciaria en la ya extinta cárcel de Carabanchel, han pasado por mi vida miles de personas privadas de libertad que me han enriquecido sobremanera y han dado sentido a mi vida ayudándome a descubrir el verdadero rostro del Jesús del Evangelio y de la veracidad de sus palabras “los pobres son evangelizados”. Y entre los pobres más radicales están quienes han perdido el don de la libertad y de la dignidad. Ellos me han ayudado a descubrir y profundizar en el carisma trinitario de misericordia y redención. Gracias a tantas vivencias y experiencias tan fuertes desde el plano humano y desde la fe, puedo decir que los presos han dado sentido a mi vida.
También siento que conmigo han recorrido este camino de amor y entrega servicial a los presos muchos cristianos laicos, capellanes, sacerdotes colaboradores y personas consagradas. Ellos han sido y son parte de realización y mi apostolado en las prisiones.
No me olvido tampoco de los miembros de la Institución Penitenciara, directivos, funcionarios y personal laboral. En los Centros Penitenciarios de Carabanchel, Hospital Penitenciario de Madrid, Alhaurín de la Torre, Algeciras y Sevilla, dentro de la diversidad de personas, criterios, situaciones propias de esos Centros y de las dificultades inherentes derivadas de la seguridad, tratamiento y otros factores, puedo decir que siempre han favorecido la misión de la Iglesia con los presos desde la Pastoral Penitenciaria. Muy duros fueron los primeros pasos en la cárcel de Carabanchel en los años 80. Aquella realidad carcelaria nada tiene que ver con el modelo de prisión actual y, mucho menos, con el perfil del preso de hoy.
Y en este proyecto de llevar a cabo la presencia del Reino de Dios y el Evangelio de Jesús a los presos ha sido imprescindible la presencia de nuestros Pastores diocesanos quienes han arropado con sus personas, disposiciones y apoyos la presencia de la Iglesia diocesana en las cárceles, así como la asunción de la Pastoral Penitenciaria en el engranaje de la Pastoral de Conjunto de cada Diócesis.
Lo importante es que tras una condecoración, aunque sea personalizada, como es en este caso, es necesario ir más allá y valorar el reconocimiento de la misión que la Iglesia está realizando con los presos y presas siempre colaborado con la Institución Penitenciaria en el proceso de humanización, dignificación y evangelización que realizamos dentro de las prisiones preparando y acompañando a los internos hacia un futuro en libertad y les ayude a integrarse en la familia, la sociedad y la Iglesia.
Esto es, en definitiva, lo que reconoce y agradece la Sociedad civil y la Administración pública a la Iglesia en su quehacer eficaz y constante, y desde la gratuidad, en favor de los privados de libertad
Esta Medalla es todo un símbolo de reconocimiento público a la labor pastoral que hacemos todos los miembros de la Pastoral Penitenciaria.
Mi agradecimiento, pues, a todos los que en estos 38 años de servicio a los presos, con especialísima mención a la Orden Trinitaria, me habéis ayudado a entender mejor al ser humano en situaciones de debilidad y sufrimiento extremo, a descubrir, sentir y vivir a Cristo como el motor de mi carisma y de mi fe y de mi servicio a los presos y a amar a mi Orden y su carisma redentor, así como a esta Iglesia de Jesús, samaritana y misericordiosa, comprometida a fondo por la liberación de los presos.
Pedro Fernández Alejo, trinitario
Delegado de Pastoral Penitenciaria