A todos los religiosos trinitarios participantes en el capítulo:
Para mi gran suerte, he podido presenciar y participar de muchas experiencias trinitarias: convivencias, campamentos, Caminos de Santiago, campus sociales, campos de trabajo, retiros… Han pasado 21 años desde que entré en esta familia siendo tan solo un niño. En mi caso, descubrí la pastoral juvenil gracias a Pedro Huerta, a quien le debo gran parte de la persona que soy hoy en la fe.
Recuerdo las primeras convivencias en el Santuario de la Virgen de la Cabeza, conocer gente nueva, abrir la mente… Campamentos, campus sociales, campo de trabajo, Caminos de Santiago, Cerfroid, etc. Forjaron en mí valores de los que hoy me enorgullezco.
Fue en una de estas experiencias cuando verdaderamente comencé a sentirme parte de esta familia, a sentirme trinitario. Concretamente, en el último campamento al que asistí como niño, donde Antonio Torres y José Manuel López nos dijeron a mis compañeros y a mí que esto no acababa aquí, sino que apenas comenzaba. Tenían razón.
Actualmente, nos preparamos para un nuevo capítulo. Los laicos también vivimos este momento con incertidumbre, ya que puede afectar directamente al desempeño de nuestras actividades locales.
De esta forma, mi deseo para el capítulo es que nos sirva, a religiosos y laicos, para reforzar (o incluso aumentar) la ilusión y la fuerza que caracteriza, especialmente, a los más jóvenes. Apostemos por ellos, invirtamos tiempo, ganas e ilusión en hacerles partícipes de la vida trinitaria. Estamos creando a los trinitarios y trinitarias de mañana.
Hemos avanzado mucho en este camino, en la actualidad llegamos a un gran número de jóvenes y tenemos la capacidad de continuar creciendo mucho más; no obstante, observamos que aún queda mucho trabajo por hacer. Desde mi humilde opinión se puede mejorar en aspectos como animar, participar, organizar…
He sido testigo de cómo niños que acudían a la iglesia con el único fin de hacer la comunión, se convertían en auténticos conocedores de la fe cristiana. Jóvenes que reflejan pasión a través de sus ojos, que viven la fe a su manera, adaptándola y abriéndola a las nuevas generaciones. Justo lo que necesitamos en la sociedad actual.
En el anterior capítulo, se puso a los jóvenes como una prioridad para la orden. Pido que continuemos con ese objetivo; existen muchos lugares donde nos demandan que estemos con ellos, los acompañemos, les ayudemos a crecer y les guiemos en la fe. Vuestra labor es esencial en este proceso. Sois el respaldo que necesitamos para que todo salga adelante, necesitamos seguir sintiendo que nos apoyáis y que estaréis ahí cuando os necesitemos.
Continuando en esta línea, no solo necesitamos apoyo, necesitamos que nos guiéis, que os posicionéis en la vanguardia y que caminéis junto a nosotros los laicos. Vuestra labor es una de las más valiosas: ser nuestros referentes. Nosotros estaremos ahí para vosotros.
Somos sembradores, todos nosotros, juntos, religiosos y laicos. Los jóvenes son nuestra tierra buena.
Atentamente,
Francisco Javier Benito Peña
PJV Córdoba