Hoy se conmemora el aniversario de la muerte de Isabel de la Santísima Trinidad, una figura destacada en la historia religiosa de Sevilla y más allá. Isabel, cuyo nombre secular era Isabel Moreno Caballero, nació el 22 de mayo de 1693 en el barrio de la Macarena, en Sevilla, y dejó un legado perdurable como religiosa española.
La vida de Isabel estuvo marcada por la caridad y la dedicación a los demás. Tras quedar huérfana, tomó el hábito de beata de la Orden Tercera de la Trinidad en 1719, en el Convento de la Trinidad. En un gesto de generosidad y compasión, fundó en ese mismo año el Beaterío de la Santísima Trinidad de Sevilla, con los pocos bienes que le dejaron sus padres. Este beaterío se dedicaba a la vida religiosa y al cuidado de niñas huérfanas.
Junto a otras mujeres piadosas, Isabel estableció un hogar para las desvalidas y comenzó a impartir enseñanza a niñas pobres, acogiéndolas en su comunidad. Bajo su dirección, el beaterío adoptó las reglas del monasterio de las trinitarias de El Toboso, consolidando su compromiso con la fe y la ayuda a los necesitados.
Destacando su compromiso con la obra caritativa, Isabel emprendió dos viajes a México con el objetivo de recolectar limosnas. A pesar de las dificultades y contratiempos que enfrentó durante estos viajes, logró recaudar fondos significativos para la construcción y mantenimiento del beaterío, demostrando su determinación y dedicación a la causa.
Después de sus viajes, Isabel continuó su labor en Sevilla, solicitando incluso la dependencia del beaterío a la archidiócesis local. Su vida estuvo marcada por la humildad y el servicio, culminando con su fallecimiento el 8 de mayo de 1774.
Aunque su iglesia aún no estaba bendecida en el momento de su muerte, Isabel recibió un digno sepelio en la Capilla de Nuestra Señora de la Rosa de la Iglesia de Santa Lucía, antes de ser trasladada al sepulcro en el coro bajo de la iglesia del beaterío, donde descansan sus restos desde entonces.
El legado de Isabel de la Santísima Trinidad perdura en la memoria de aquellos que continúan la obra de caridad y servicio que ella inició hace más de dos siglos, inspirando a generaciones futuras a seguir su ejemplo de amor al prójimo y compromiso con los más necesitados.