Nacimiento y primeros años
Miguel José Jerónimo nació en Vich, España, el 29 de septiembre de 1591, hijo de Enrique Argemir y Margarita Mitjana. Fue bautizado al día siguiente. Su padre, un notario y dos veces conseller de la ciudad, junto con su madre, tuvieron varios hijos, algunos de los cuales murieron en la infancia. Desde temprana edad, Miguel mostró una inclinación hacia la piedad y la religión. A los cuatro años, intentó vivir como ermitaño en la montaña Montseny, pero fue devuelto a casa por su padre.
Pérdida de su madre y primeros pasos en la devoción
La madre de Miguel falleció cuando él era todavía un niño, dejándolo bajo el cuidado de su padre y hermanos. A los siete años, intentó nuevamente una vida ermitaña, pero fue persuadido por ángeles a regresar a casa y santificarse allí. Miguel era devoto de San Nicolás de Bari y a menudo le encomendaba sus estudios y devociones.
La muerte de su padre y el deseo de ser religioso
A los once años, Miguel perdió a su padre, quien antes de morir les encomendó a él y a sus hermanos a la piedad y devoción a la Virgen María. Los hermanos quedaron bajo la tutela de Juan Taraval y Miguel Colamada. Desde joven, Miguel manifestó su deseo de ser religioso, aunque enfrentó oposición de su hermano mayor, Agustín, y los tutores que intentaron disuadirlo de sus severas prácticas de penitencia.
Primeros intentos de vida religiosa
Miguel trabajó como dependiente en la casa de unos amigos, donde su piedad fue notada por la mujer del comerciante y Catalina Campana, una amiga de la familia. A pesar de los esfuerzos de su hermano por evitar que ingresara a un convento, Miguel persistió y finalmente fue admitido en el convento de los Trinitarios Calzados en Barcelona después de muchas dificultades.
Vida religiosa y transición a los Trinitarios Descalzos
En 1606, Miguel fue enviado al convento de San Lamberto en Zaragoza para completar sus estudios. Deseaba unirse a la reforma descalza de los trinitarios, lo que logró en enero de 1608 en Pamplona. Trasladado a Alcalá, realizó su noviciado descalzo y dejó de usar su apellido, siendo conocido como «de los Santos».
Virtud y misticismo
Miguel era conocido por su austeridad, oración constante y obediencia. Nunca comió carne y mostró una profunda devoción al Sacramento del altar. En 1610, experimentó un fenómeno místico conocido como «intercambio de corazones» con Cristo, consolidando su unión espiritual y dedicación a la salvación de las almas.
Educación y sacerdocio
Miguel estudió filosofía en Baeza y teología en Salamanca, donde continuó teniendo éxtasis y demostrando su amor por la Eucaristía. A pesar de su humildad y reluctancia inicial, fue ordenado sacerdote y enviado a Baeza, donde su predicación y ejemplo lograron numerosas conversiones y bendiciones para el convento.
Persecución y muerte
A pesar de su santidad, Miguel fue calumniado por dos religiosos y encarcelado brevemente. Su fama de santidad creció, y en 1622 fue nombrado prior de Valladolid, donde continuó su labor pastoral. Predijo su muerte y falleció el 10 de abril de 1625, a los 33 años, en un estado de éxtasis.
Canonización y legado
Miguel de los Santos fue beatificado el 2 de mayo de 1779 y canonizado el 8 de junio de 1862. Su fiesta se celebra el 8 de junio, y es abogado contra los tumores, el cáncer y las fiebres. Su cuerpo incorrupto se venera en la iglesia diocesana de Valladolid, y su casa natal en Vich fue convertida en iglesia.
Milagros y devoción
Numerosos milagros y apariciones se documentan en los procesos de su canonización. San Miguel de los Santos es un símbolo de devoción, austeridad y amor por la Eucaristía, recordado y venerado por su profunda fe y dedicación a la vida religiosa.