Juan de San José, nació en Ordejón, Burgos, el 7 de septiembre de 1586. Tomó el hábito trinitario en Salamanca a los 20 años. Según cuentan todos los que lo conocieron destacó por sus virtudes de obediencia, pureza, pobreza, humildad, espíritu de mortificación, amor al prójimo. De su confianza en Dios y de su don de profecía se cuentan muchos casos, solía decir que la falta de confianza es la causa de no estar muy adelante en lo espiritual y de padecer en lo temporal. Si confiásemos en aquel supremo Señor alcanzaríamos grandes cosas. Murió en Socuéllamos, Ciudad Real, el 1 de enero de 1616, mientras su cuerpo estuvo expuesto en la iglesia tuvieron que cambiarle dos veces de hábito porque la gente se lo llevaba para reliquias.
Ángela María de la Concepción, nació en Cantalapiedra, Salamanca, el 1 de marzo de 1649. A los 21 años ingresa en las Carmelitas de “San José” de Valladolid, pero poco antes de profesar enfermó y tuvo que abandonar el convento. Al mejorar no volvió con las carmelitas sino que ingresó en las trinitarias de Medina del Campo, Valladolid, monasterio en el que vivió 10 años, hasta que en 1680, como arrebatada a una vida de mayor perfección y santidad, sintió que Dios la llamaba a iniciar la obra de recolección de las trinitarias. Es así como se hizo cargo de la nueva fundación de Trinitarias Recoletas en El Toboso, Toledo, siendo la primera priora del monasterio. Destaca por sus escritos místicos, por su caridad y sencillez. La enfermedad no la abandonó nunca, pero eso no le impedía atender a las hermanas más enfermas de la Casa, hasta el punto de contagiarse en varias ocasiones de sus enfermedades. Desde julio de 1689 quedó en cama mientras su cuerpo se debilitaba, hasta su muerte el 13 de abril de 1690.
Mariana Allsopp Manrique, nació el 24 de noviembre de 1854, en Tepic, México. Su infancia transcurrió feliz y sin preocupaciones hasta los siete años, en que muere su madre. Poco después Mariana tiene que ir a España para ser educada por su familia materna. En España recibe una educación esmerada, vive en un ambiente alegre y donde los valores familiares se cultivan muy especialmente. En 1882 su familia se traslada cerca de la Iglesia de la Encarnación, donde el padre Méndez es Párroco. También le conoce a través de las escuelas dominicales, donde se acoge y enseña a jóvenes trabajadoras que quieren promocionarse. Mariana desea clarificar su vocación y le pide a Dios una señal. Cuando decide confiarse al padre Méndez y pedirle consejo, él le comunica la revelación que ha recibido del Señor. Mariana, profundamente identificada con aquella iluminación, comprende que Dios le está pidiendo que funde una nueva familia religiosa para realizar su plan de salvación entre la juventud necesitada. El día 18 de marzo de 1888 pronuncia sus primeros votos. A la muerte del padre Méndez, la dirección de la fundación para las jóvenes y la fundación para los golfillos, es asumida enteramente por la fundadora. Su fortaleza y su confianza, así como su entrega incondicional y especial ternura, no decayeron, más bien se fortalecían con el paso de los años. Cuando cayó enferma, a causa de una bronconeumonía, las hermanas estaban preocupadas y apenadas pues temían que fuera el final. Ella las alentaba: "Dios me dará la fuerza que necesito. Continuaré amándole en los hermanos hasta desgastarme del todo por Él". Murió en Madrid el 15 de marzo de 1933.
Ángela María Autsch, nació el 26 de marzo de 1909 en Rollecken, en Renania del Norte Westfalia (Alemania). En 1933 ingresó en la comunidad que las Trinitarias de Valencia tenían en Montz (Austria); hizo sus votos en 1938, contrayendo el nombre de Ángela del Sagrado Corazón. Fue generosa, alegre y se entregaba con afán a los deberes, entre ellos la educación. Un día discutían sobre Hitler cuando se encontraban haciendo las compras de alimentos para el convento, sobre la gran nación y potencia que el dictador prometía y las injusticias que se cometían en ese momento; pero ella, sincera, espontánea y libre, dio su opinión: “Será el azote de Europa”. Fue denunciada a la Gestapo por el dirigente del grupo local de los nacionalsocialistas y detenida el 12 de agosto de 1940. De la cárcel la llevaron primero al campo de concentración de Ravensbrück, posteriormente fue trasladada a Auschwitz-Birkenau. En Auschwitz fue responsable de las salas de limpieza de ropa y del reparto de las raciones de alimentos. Siempre acudió conforme pudo a auxiliar a las internas; les procuraba alimentación aun a riesgo de su vida. Además, por ser alemana y enfermera, se valieron de ella para que atendiera la enfermería del campo de concentración. Dio aliento y esperanza a los demás al ver las atrocidades que hacían los alemanes a los presos. La doctora Margarita Svalbová, una compañera checa y comunista superviviente de aquel lugar, dice que era la recluta número 512: “Ella fue una sonrisa de la aurora, como un rayo de sol… En medio de tanto sufrimiento y de horror, aparecía como un oasis de ternura”. Muchos supervivientes hablaron de Sor Ángela, sobre el testimonio de su vida en el campo de concentración. Ella devolvió la esperanza a muchos con quienes tuvo contacto. Sor Ángela decía que era el amor de Dios y amor a los demás lo que le daba fuerzas, arriesgando su vida por ayudar a los demás. Pero su vida se fue agotando, pues al estar con enfermos contrajo el tifus y sufrió terribles fiebres. El 23 de diciembre de 1944 murió durante un bombardeo en el campo de concentración, mientras ayudaba a los enfermos a refugiarse.
María del Pilar Martín de Blas (1922-1956), terciaria trinitaria.