El 16 de noviembre de 1640 murió en Granada el trinitario fr. Luis de Córdoba y Ronquillo, que había sido Ministro Provincial de Andalucia, obispo de Cartagena de Indias y obispo electo de Trujillo, Perú.
Nació en Granada a mediados del siglo XVI, hijo de D. Luis Fernández de Córdoba y Da. María Briceño Ronquillo. Ingresó en la orden trinitaria en Úbeda el año 1608. En la Orden tuvo el grado de maestro en Teología. De él hacía grandes elogios san Simón de Rojas.
Siendo Ministro del convento de Málaga, fue elegido Ministro Provincial de Andalucía en el capítulo celebrado en febrero de 1624; al terminar su trienio, lo nombraron Ministro de Sevilla.
El 9 de septiembre de 1630 fue designado obispo de Cartagena de Indias. Trabajó mucho por la catedral y sus parroquias. Su pontificado coincidió con la etapa más madura del apostolado entre los esclavos procedentes de África, que venía realizando el jesuita san Pedro Claver. Combatió las costumbres afropaganas, que se introducían en las iglesias de su diócesis, sobre todo en ceremonias de bodas y entierros.
Renuncio al obispado y regresó a España. En agosto de 1640, Felipe IV lo presentó para la diócesis de Trujillo, pero no pudo siquiera viajar a Perú para tomar posesión, ya que el 16 de noviembre de 1640 falleció en el convento trinitario de Granada. Su cuerpo fue hallado incorrupto el 6 de mayo de 1673.
Al desaparecer el convento, causa de la desamortización de 1835, sus restos fueron trasladados a la parroquia de la Magdalena, donde reposan en una bóveda de ladrillo bajo el altar de Jesús del Rescate.
Pedro J. Huerta Nuño, osst